CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Los sacerdotes están llamados a ser “un verdadero icono de Jesús”, acercándose a Dios padre al dedicar sus vidas al cuidado de todos los hijos de Dios, escribió el Papa Francisco.
El Papa se reunió el 4 de abril en el Vaticano con sacerdotes latinoamericanos que realizan estudios de posgrado en Roma y viven en los Colegios Pío Brasileño, Pío Latinoamericano y Mexicano de la ciudad. Les entregó copias de su texto preparado, pero no lo leyó.
Refiriéndose a la sexta estación del Vía Crucis, el Papa Francisco escribió que “actuar in persona Christi es ser verdadero icono de Jesús, es hacerme ‘Verónica’ de cada rostro, de cada lágrima. ¿Cómo? Enjugándolos con mis vestiduras sacerdotales”.
La primera forma en que un sacerdote hace esto, dijo, es “con la oración, presentando cada situación concreta a la presencia de Dios: ‘Señor, el que tú amas, está sufriendo'”.
El breve texto del Papa Francisco se centró en lo que llamó “un tema central en la vida de los sacerdotes: El amor”.
Como hace a menudo con sacerdotes y miembros de órdenes religiosas, animó al grupo a recordar “el primer amor”, el amor de Dios por ellos y la llamada que Dios les hizo a dedicar sus vidas al servicio de Él y de los demás.
“Como cada hombre”, escribió, “Dios nos ha llamado a ser sus hijos y, de entre ellos, nos encargó una tarea peculiar, que nos acerca más a Él: entregarnos por los demás. Ellos son nuestra razón de ser, el objeto de nuestro amor, pues en ellos realizamos este servicio que el Señor nos pide”.
Un sacerdote debe ver a cada hombre, mujer y niño “como miembro de ese Cuerpo místico cuya cabeza es Cristo”, escribió.
La “ofrenda oblativa, eucarística” que los sacerdotes están llamados a hacer es una ofrenda de toda su vida, dijo el Papa.
El Papa Francisco dijo que Jesús pregunta a los sacerdotes lo que preguntó a Santiago y Juan: “¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?”.
La pregunta, escribió, “no busca una mera disponibilidad teórica al martirio, sino una radical aceptación de que estamos aquí para hacer su voluntad y renunciar a la nuestra”.
El tercer punto que el Papa Francisco planteó en su texto fue sobre la “humildad”, y especialmente la necesidad de que los sacerdotes reconozcan cuánto necesitan las oraciones de los demás, incluidas las oraciones de aquellos a quienes creen que están llamados a ayudar.
“Confíen en la oración de todos los miembros del Pueblo fiel de Dios”, escribió, “y no se olviden de rezar por sus pastores, y por mí”.
El Papa terminó con una oración: “Que Jesús los bendiga y Santa María de Guadalupe, Emperatriz de América, los cuide”.