WASHINGTON (OSV News) — Negociadores claves del Senado dieron a conocer el 4 de febrero un proyecto de ley de seguridad nacional de aproximadamente 118 mil millones de dólares que enviaría una nueva ola de ayuda a Ucrania mientras esa nación se defiende de la invasión de Rusia e implementaría nuevas y estrictas políticas migratorias para la frontera entre Estados Unidos y México.
Los defensores católicos de la migración expresaron su preocupación por las implicaciones de la legislación propuesta para los solicitantes de asilo. J. Kevin Appleby, investigador principal de política del Centro de Estudios sobre Migración de Nueva York y ex director de política migratoria de la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU., dijo a OSV News que el acuerdo fronterizo debilitaría gravemente el acceso al asilo en EE.UU., y “ampliaría los poderes de deportación con poca o ninguna protección del debido proceso”.
“Es una combinación peligrosa que enviaría a los solicitantes de asilo de vuelta a sus perseguidores”, dijo Appleby. “Aunque el plan incluye un par de medidas positivas para atraer los votos demócratas, como la creación de vías legales temporales para las familias y la ayuda a los afganos, no justifican el apoyo a cambios permanentes y perjudiciales en el sistema de asilo estadounidense”.
Dylan Corbett, director ejecutivo de Hope Border Institute, un grupo que trabaja para aplicar la perspectiva de la doctrina social católica en la política y la práctica en la región fronteriza entre EE.UU. y México, dijo a OSV News que “este proyecto de ley es un ejemplo de cómo la politización de la frontera ha hecho casi imposible cualquier progreso en materia de inmigración”.
“Pasar a una postura de aplicación de la ley de línea dura por parte de ambos partidos es una estrategia sin salida, impulsada más por la política que por otra cosa”, dijo Corbett. “Aunque hay algunos elementos positivos, lo que propone el proyecto de ley no funcionará. Hemos intentado construir muros y endurecer la aplicación de la ley una y otra vez durante años, y todo ha demostrado ser ineficaz cuando no hay suficientes vías legales para los necesitados”.
“Inexplicablemente, no hay casi nada en el proyecto de ley para la migración legal, incluidos los Dreamers, que se necesitan desesperadamente. Y haría la vida de muchos migrantes y solicitantes de asilo vulnerables aún más desgarradoramente difícil”, expresó.
En una carta enviada el 6 de febrero a los líderes del Senado, el obispo de El Paso, Mark J. Seitz, presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, calificó el proyecto de ley de “defectuoso, tanto en el fondo como en la forma”.
La carta decía que el grupo “no tomaba posición sobre la medida en general”, pero que “acogería con satisfacción y alentaría una auténtica cooperación bipartidista para hacer frente a los desafíos de nuestro tiempo”.
El obispo Seitz escribió que los obispos “creen que este esfuerzo por hacer cambios radicales en la ley de inmigración — especialmente en el contexto de este proyecto de ley de financiación suplementaria — es defectuoso, tanto en términos de fondo como de forma… Muchos de los cambios propuestos en este proyecto de ley socavarían injustamente el debido proceso y allanarían el camino para que se inflija un daño evitable y potencialmente mortal a las personas vulnerables que buscan protección humanitaria en los Estados Unidos”.
“Como pastores comprometidos con la defensa de la santidad de la vida humana y la defensa de la dignidad dada por Dios a todos, les imploramos que rechacen esos cambios”, añadió.
Además de proporcionar ayuda militar y humanitaria a Israel y Ucrania, el proyecto de ley cerraría esencialmente la frontera si los cruces no autorizados superan un promedio de 5.000 cruces de frontera diarios durante una semana o que se exceda la cifra de 8.500 en un día. También otorgaría al presidente la facultad de cerrar la frontera si dichos cruces alcanzan una media de 4.000 al día en el plazo de una semana. Y este proyecto de ley endurecería las medidas para poder solicitar asilo, exigiendo pruebas adicionales de temor creíble en sus países de origen.
El proyecto de ley se enfrenta a grandes dificultades en el Congreso debido a la oposición de los republicanos del Senado y la Cámara de Representantes, afines al expresidente Donald Trump, favorito para la nominación presidencial republicana. A pesar de su propia postura de línea dura en política de inmigración, Trump ha argumentado que aprobar el proyecto de ley ayudaría al presidente Joe Biden en las elecciones de noviembre.
Los principales negociadores que llevaron el tímido acuerdo a esta fase fueron los senadores James Lankford, republicano de Oklahoma, Chris Murphy, demócrata de Connecticut, y Kyrsten Sinema, de Arizona.
Legisladores republicanos habían intentado previamente vincular políticas fronterizas más estrictas a un proyecto de ley de gastos de emergencia para proporcionar miles de millones de dólares en ayuda de seguridad a Ucrania e Israel en medio de sus respectivos conflictos, así como a Taiwán.
No estaba claro si el proyecto de ley obtendría suficiente apoyo en el Senado, donde necesitará al menos 60 votos para derrotar un obstruccionismo.
El líder de la mayoría en el Senado, el demócrata Chuck Schumer, afirmó en un comunicado que el “acuerdo bipartidista es un paso monumental hacia el fortalecimiento de la seguridad nacional de Estados Unidos en el exterior y a lo largo de nuestras fronteras”.
“Esta es una de las leyes más necesarias e importantes que el Congreso ha presentado en años para garantizar la prosperidad y la seguridad futuras de Estados Unidos”, afirmó.
El líder de la minoría en el Senado, el republicano Mitch McConnell, criticó en un comunicado lo que calificó de “crisis fronteriza” y “agenda de fronteras abiertas” de Biden, argumentando que es “hora de obligar al presidente a empezar a limpiar su desastre y equipar a los futuros líderes con un sistema que funcione y nuevas herramientas de emergencia para restaurar el orden”.
“La soberanía de Estados Unidos está siendo puesta a prueba aquí en casa, y nuestra credibilidad está siendo puesta a prueba por adversarios envalentonados en todo el mundo”, dijo McConnell. “Los retos a los que nos enfrentamos no se resolverán por sí solos, ni nuestros adversarios esperarán a que Estados Unidos reúna la determinación para hacerles frente. El Senado debe considerar cuidadosamente la oportunidad que se nos presenta y prepararse para actuar”.
Lankford afirmó en un comunicado que “los estadounidenses no se oponen a una inmigración legal y ordenada, pero están cansados del caos y los abusos en nuestra frontera”.
Argumentó que el proyecto de ley es “una oportunidad única en una generación para cerrar nuestra frontera abierta y dar a las futuras administraciones las herramientas eficaces que necesitan para detener el caos fronterizo y proteger a nuestra nación”.
En su propia declaración, Murphy calificó el proyecto de ley de “agresivo”, pero dijo que “no se desvía de los valores fundamentales de nuestra nación”.
“Los estadounidenses saben que nuestro sistema de inmigración está roto”, dijo Murphy. “Ven cómo nuestras leyes actuales dejan la frontera en condiciones a menudo caóticas, y los estadounidenses han estado rogando a los republicanos y demócratas que dejen de usar la frontera sólo como un arma política y hagan algo. Y eso es lo que hemos hecho”.
Pero los críticos republicanos del proyecto de ley argumentaron que la legislación no era lo suficientemente estricta contra la inmigración ilegal. El senador Mike Lee, republicano por Utah, calificó la ley de “traición al pueblo estadounidense” en una publicación en las redes sociales.
Los líderes republicanos de la Cámara de Representantes señalaron que su escasa mayoría en la cámara rechazaría la ley. El presidente de la Cámara, el republicano Mike Johnson, escribió en X, la plataforma antes conocida como Twitter: “Si este proyecto de ley llega a la Cámara, estará muerto a su llegada”.
Appleby dijo que si la propuesta muere, “esperemos que despeje el camino para que un futuro Congreso vuelva a una legislación de inmigración que reforme todo este quebrantado sistema (migratorio)”.
“Una reforma integral es la mejor manera de gestionar humanamente la frontera y defender los valores estadounidenses como nación de inmigrantes”, dijo.
Corbett dijo que, aunque el proyecto de ley “puede estar muerto al llegar (a la cámara), esto debería despertar” a “la Iglesia católica, nuestro liderazgo y toda la comunidad de fe en los Estados Unidos”.
“Tenemos que hacer un trabajo mucho mejor articulando una visión moral convincente para acoger a los migrantes y presionar por lograr un cambio”, dijo. “Nuestra compasión puede ser profética y nuestra esperanza evangélica puede romper el estancamiento y el malestar que nos alejan de una reforma real. Está más claro que nunca que no podemos confiar sólo en los políticos para hacer este trabajo”.
Schumer indicó que el Senado comenzará a votar la legislación el 7 de febrero.
Kate Scanlon es una reportera nacional de OSV News que cubre Washington. Síguela en X (antes Twitter) @kgscanlon.