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El Sínodo inicia centrándose en el Espíritu Santo y la escucha

Los participantes en la asamblea del Sínodo de los Obispos se reúnen en el Aula de Audiencias Pablo VI del Vaticano antes de la primera sesión de trabajo de la asamblea del Sínodo de los Obispos el 4 de octubre de 2023. (Foto CNS/Lola Gomez)
Los participantes en la asamblea del Sínodo de los Obispos se reúnen en el Aula de Audiencias Pablo VI del Vaticano antes de la primera sesión de trabajo de la asamblea del Sínodo de los Obispos el 4 de octubre de 2023. (Foto CNS/Lola Gomez)

CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — El Papa Francisco abrió los trabajos de la asamblea del Sínodo de los Obispos pidiendo a los miembros que mediten sobre antiguos textos teológicos sobre el Espíritu Santo, que tengan el coraje de ser honestos sobre sus desacuerdos y que se centren mucho más en escuchar que en compartir sus opiniones.

El proceso sinodal “no es fácil, pero es hermoso”, dijo el Papa Francisco a otros 364 miembros del sínodo y a 85 expertos sin derecho a voto, delegados ecuménicos y facilitadores la tarde del 4 de octubre, al comenzar los trabajos sinodales en la sala de audiencias del Vaticano.

Se necesita “un ascetismo” para el sínodo, dijo el Papa. Pidió perdón a los periodistas que intentaran cubrir la reunión, que durará un mes, pero insistió en que sería necesario “un cierto ayuno de la palabra pública” para garantizar una atmósfera espiritual adecuada para los miembros del sínodo.

Y, de hecho, el reglamento del sínodo distribuido esa tarde decía: “Para garantizar la libertad de expresión de todos y cada uno respecto a sus pensamientos y para asegurar la serenidad del discernimiento en común, que es la principal tarea confiada a la asamblea, cada uno de los participantes está obligado a la confidencialidad y discreción tanto respecto a sus propias intervenciones como a las intervenciones de los demás participantes”.

El Papa Francisco también repitió lo que ha dicho muchas veces: “el sínodo no es un parlamento” en el que se debaten las ideas de partidos opuestos y se votan a favor o en contra. Tampoco, dijo, es “un encuentro entre amigos” que se reúnen para intercambiar opiniones y tratar de resolver los problemas que ven a su alrededor.

“El sínodo es un camino que hace el Espíritu Santo”, dijo, por lo que son necesarias la oración y la escucha constantes para seguir el camino que el Espíritu indica.

“El Espíritu Santo desencadena un dinamismo profundo y variado en la comunidad cristiana, ‘el alboroto’ de Pentecostés”, cuando personas de todas las naciones escucharon a los discípulos hablar en sus propias lenguas, dijo el Papa. A partir de esta experiencia, el Espíritu no crea uniformidad, sino armonía.

Las diferencias de opinión surgirán, dijo. “Si no estás de acuerdo con lo que dice ese obispo o lo que dice esa monja o ese laico de ahí, díselo a la cara. Para eso está el Sínodo. Para decir la verdad, no la cháchara por debajo de la mesa”.

El Papa Francisco también reconoció cómo personas ajenas a los miembros del sínodo están ofreciendo “especulaciones sobre este Sínodo — ‘¿Pero qué harán allí?’ ‘¿El sacerdocio para las mujeres?’ — estas son las cosas que dicen fuera”.

Pero lo que está sucediendo, dijo, es que la Iglesia universal se ha reunido en Roma para hacer una pausa y escuchar.

“La Iglesia se ha detenido, como se detuvieron los apóstoles después del Viernes Santo, en aquel Sábado Santo”, encerrados en el Cenáculo, dijo. “Pero ellos tenían miedo; nosotros no. … Es una pausa de toda la Iglesia en escucha”.

El cardenal Mario Grech, secretario general del sínodo, dijo a los miembros: “Hoy la Iglesia se encuentra en una encrucijada, y el desafío urgente, en sentido estricto, no es de naturaleza teológica o eclesiológica, sino cómo en este momento de la historia la Iglesia puede convertirse en signo e instrumento del amor de Dios para cada hombre y mujer”.

“El amor de Dios es la medicina que puede curar a la humanidad herida de hoy, y como Iglesia nuestra misión es ser signo de este amor”, afirmó.

Al discernir la mejor manera de hacerlo, dijo el cardenal Grech, los participantes deben recordar que la asamblea no es “un acto aislado”, sino parte de un proceso que comenzó hace dos años con sesiones de escucha locales, diocesanas, nacionales y continentales.

La presencia de miembros que no son obispos — unos 70 sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos y laicas — no pretende representar a “la totalidad del Pueblo de Dios”, dijo, sino “recordarnos con su presencia” todo el proceso sinodal y su invitación a que todos los católicos participen, compartiendo sus experiencias sobre las cosas que ayudan o dificultan su sentido de comunión, participación y misión.

El cardenal Jean-Claude Hollerich, relator general del Sínodo, señaló que los miembros se habían reunido en mesas redondas en la sala de audiencias del Vaticano, en lugar de en las filas del aula sinodal, para promover la conversación, pero también para recordarles experiencias similares que habían tenido en las sesiones de escucha en sus parroquias y diócesis.

“Los obispos que no han participado muy activamente en el proceso pero que han sido elegidos por sus conferencias (episcopales)”, dijo, “pueden enfrentarse a dificultades al principio. Por otro lado, están los miembros que no son obispos. Muchos de ellos estuvieron particularmente implicados en la fase continental de este sínodo y están llamados a dar testimonio de su experiencia”.

En los debates sinodales, instó a los miembros a recordar que cada persona, con sus diferencias, es un cristiano que intenta seguir al Señor.

“La Iglesia es el pueblo de Dios, caminando a través de la historia, con Cristo en medio de ella”, dijo el cardenal Hollerich. “Es normal que haya un grupo que camine a su derecha, otro a su izquierda, mientras unos corren delante y otros detrás”.

Desde cualquiera de esas posiciones, dijo, cuando una persona mira al Señor, “no puede evitar ver al grupo que hace lo contrario: los que caminan a la derecha verán a los que caminan a la izquierda, los que corren delante verán a los que van rezagados”.

“En otras palabras, los llamados progresistas no pueden mirar a Cristo sin ver junto a él a los llamados conservadores y viceversa”, dijo. “Sin embargo, lo importante no es el grupo al que parezcamos pertenecer, sino caminar con Cristo dentro de su Iglesia”.

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