CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — En muchos lugares del mundo, incluida Roma, las personas con discapacidad no pueden entrar en las iglesias católicas debido a las barreras arquitectónicas, pero incluso cuando lo hacen, “no se nos pregunta nada y tampoco se nos pide participar”, dijo Enrique Alarcón García.
Eso cambió con los preparativos del sínodo sobre la sinodalidad, dijo Alarcón, que es presidente de Frater España, una fraternidad cristiana de personas con discapacidad en España.
Alarcón, miembro de la asamblea del Sínodo de los Obispos nombrado por el Papa, habló con los periodistas el 14 de octubre sobre su experiencia sinodal.
Aunque mucha gente oye hablar del enfoque del sínodo en la “inclusión” y piensa en las polémicas discusiones del sínodo sobre los católicos LGBTQ o más papeles para las mujeres, Alarcón dijo que esos no fueron los primeros temas en los que pensó su comunidad. “La Iglesia salió con un cartel luminoso con la palabra ‘inclusión’, una casa para todos. Inclusión, decíamos, pero ¿es posible?”.
El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida había organizado sesiones de escucha del sínodo para personas con discapacidad en 2022, lo que, según Alarcón, fue una “gran sorpresa”, que continuó cuando a él y a otras cuatro personas les pidieron que presentaran un informe al sínodo y, más aún, cuando le nombraron miembro del sínodo.
Aún así, tenía ciertas sospechas de que su presencia fuera “algo que queda bien para la galería” o publicidad y que, sentado en su silla de ruedas, fuera objeto de lástima o paternalismo por parte de los cardenales y obispos, algo que, según dijo, ya ha experimentado en el pasado.
“Pero el Papa nos ha habla a través de todo este proceso sinodal y nos dice: ‘No, como miembro de la Iglesia bautizado, eres miembro por derecho y además llamado a ser un miembro evangelizador”, dijo. “Eso supuso una auténtica alegría en el corazón de alegría y está haciendo posible que las personas con discapacidad de todo el mundo empiecen a mirar a la Iglesia de otra manera”.
Para Alarcón, la decisión del Vaticano de no celebrar la asamblea en la sala de audiencias tipo teatro, con sus empinadas filas de sillas, sino en la sala de audiencias con mesas redondas, fue algo más que un cambio de ambiente.
Con su silla de ruedas, pudo sentarse en una mesa redonda con otros miembros, “ocupando el mismo sitio y a la misma altura”, dijo. Fue un signo de solidaridad y de sincero deseo de trabajar para ser “una Iglesia en la que todos y todas podamos estar y en la que todos estemos llamados a realizar nuestra tarea evangelizadora”, dijo.
El trabajo de la asamblea en pequeños grupos, en los que los miembros se turnan para escucharse unos a otros, “es muy importante”, dijo, “porque para una persona con discapacidad, en la mayor parte del mundo, es muy difícil llegar a poder hablar con personas que están acostumbradas y educadas no para escuchar, sino para hablar, como pasa mucho con los obispos y con los cardenales”.
“Creo que el Sínodo esta teniendo un carácter pedagógico, porque la jerarquía está viendo que es posible mantener un diálogo y una escucha”, dijo Alarcón.